Cuando creces en una cultura distintiva, es probable que influya en tu estilo de vida, tu sistema de creencias, y quizás lo más agradable, tu dieta. Es posible que tenga una debilidad por la marinara de mamá, el curry y los chapatis de tía, las costillas a la barbacoa de papá o los tamales de vacaciones de la abuela. Algunas tradiciones alimentarias son más saludables que otras, por lo que es posible que desee modificar algunos de los favoritos de la familia para adaptarlos a un estilo de vida saludable y al mismo tiempo conservar el sabor del hogar.
Diferentes culturas pueden producir personas con diversos riesgos para la salud, aunque el papel de la dieta no siempre es claro. Por ejemplo, los afroamericanos y muchos sureños corren un mayor riesgo de enfermedades como enfermedades cardíacas y diabetes, pero los alimentos fritos, galletas y corvejas de jamón al estilo sureño podrían no ser los únicos culpables. Los niveles de ingresos, el acceso limitado a alimentos más saludables y los hábitos de ejercicio también podrían desempeñar un papel. Los menús que enfatizan los alimentos bajos en grasa y muchas verduras, como los de muchas culturas asiáticas, pueden dar como resultado dietas más saludables, incluso reduciendo los riesgos de enfermedades como la diabetes y el cáncer.
A medida que las personas de una cultura se asimilan a otra, sus dietas pueden cambiar, y no siempre para mejor. Un buen ejemplo es el alejamiento de los patrones alimenticios tradicionales entre los latinos en los Estados Unidos. Además del conocido énfasis en ingredientes como los chiles picantes y el cilantro, las comidas latinas tradicionales y nutritivas incluyen maíz, granos, tubérculos como papas y yuca, verduras, legumbres y frutas. Pero un cambio a una dieta americanizada más rica en grasas ha elevado la tasa de obesidad entre los latinos y los riesgos para la salud que conlleva.
¿Cómo le gustaría un crucero por el Mediterráneo? No es posible para todos, pero ciertas culturas mediterráneas presentan dietas tan saludables que muchas personas intentan imitarlas. Según la Clínica Cleveland, los expertos en nutrición hace años tomaron nota de las dietas típicas en regiones como Creta, otras partes de Grecia y el sur de Italia, donde la esperanza de vida era alta y las tasas de enfermedades cardíacas eran bajas. La dieta mediterránea incluye alimentos de temporada con un procesamiento mínimo, muchas verduras y granos integrales, fruta fresca para el postre en lugar de dulces azucarados, aceite de oliva como la grasa principal y cantidades moderadas de productos lácteos, pescado y aves.
Disfruta de tu cultura y los alimentos que la hacen especial, pero busca formas de modificar tradiciones dietéticas para hacerlos más saludables. La Academia Estadounidense de Médicos de Familia y la Sociedad Estadounidense del Cáncer sugieren que reduzca los riesgos de enfermedades crónicas al comer más frutas y verduras, limitar el consumo de alcohol, evitar los alimentos ricos en grasas y azúcares y reducir los alimentos procesados y la carne roja. Intente sustituir ingredientes con menos grasa, por ejemplo, queso con bajo contenido de grasa en tacos, verduras en lugar de carne en lasaña o yogur sin grasa en salsa de raita. E incluya ejercicio en sus rutinas personales y familiares, con el objetivo de realizar de 30 a 60 minutos la mayoría de los días.