La proteína proporciona los materiales necesarios para que el cuerpo construya y repare tejidos, y produzca hormonas, entre otras funciones vitales. La mayoría de los estadounidenses obtienen cantidades más que adecuadas de proteínas en su dieta, lo que hace que las deficiencias sean raras. Las mujeres adultas deben obtener 46 gramos por día, los hombres adultos 56 g. Se podría pensar que si la proteína es tan importante, ¿no sería mejor? Desafortunadamente, ese no es el caso. El consumo excesivo de proteínas puede tener consecuencias inesperadas.
El cuerpo humano se basa principalmente en grasas y carbohidratos para obtener energía. Con una ingesta excesiva de proteínas, su dieta podría no alcanzar el consumo dietético recomendado de estas fuentes de energía. Su cuerpo puede descomponer las proteínas como combustible si es necesario, pero requiere más energía y recursos para hacerlo, lo que lo hace menos eficiente. Una dieta baja en carbohidratos podría afectar su resistencia, por lo que no puede hacer ejercicio por tanto tiempo.
El cuerpo humano tiende a responder de manera conservadora al consumo excesivo de alimentos almacenando el exceso para que tiene recursos a los que recurrir en momentos de estrés. La ingesta excesiva de proteínas no es una excepción. Sin embargo, la proteína extra se almacena como grasa que puede conducir al aumento de peso. Algunas personas pueden seguir una dieta alta en proteínas pensando que les puede ayudar a perder peso. En realidad, esta estrategia podría ser contraproducente si no mantiene la ingesta total de calorías en línea con el gasto de energía. El sobrepeso conlleva varias consecuencias graves para la salud, incluido un mayor riesgo de enfermedad cardíaca y diabetes.
La digestión es un proceso complicado. El consumo excesivo de proteínas puede afectarlo negativamente, lo que lleva a una menor densidad ósea. Un estudio de 2010 realizado por el Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades encontró que el consumo excesivo de proteínas, particularmente de fuentes animales, disminuyó la acumulación de masa ósea en individuos con bajo consumo de calcio. Lo más inquietante acerca de estos hallazgos es que los participantes en el estudio eran adolescentes pubescentes. La baja densidad de masa ósea a esta edad establece el escenario para un mayor riesgo de osteoporosis más adelante en la vida. Incluso con una ingesta adecuada de calcio, el exceso de proteínas puede aumentar la excreción de calcio, lo que complica aún más este riesgo.
Un cambio en la dieta para incluir una mayor ingesta de proteínas también puede afectar su tasa metabólica. La razón detrás de este fenómeno radica en la química detrás del metabolismo de las proteínas. El proceso requiere más agua, que a su vez puede conducir a la deshidratación. La descomposición de las proteínas también aumenta la demanda de oxígeno. Cuando haces ejercicio vigorosamente, tu cuerpo recurre a los carbohidratos para obtener energía porque es más eficiente. El proceso requiere oxígeno. El consumo excesivo de proteínas puede privar al cuerpo del oxígeno que necesita para impulsar la actividad, lo que afecta aún más su rendimiento deportivo.