Las personas que tienen estilos de vida sedentarios tienen un mayor riesgo de obesidad, hipertensión y diabetes. Estas enfermedades están asociadas con dolencias potencialmente mortales como derrames cerebrales, ataques cardíacos e insuficiencia renal. Dado que la resistencia a la insulina, la hipertensión y la diabetes están estrechamente relacionadas con el estilo de vida sedentario, la importancia del ejercicio en el mantenimiento de la salud y la prevención de enfermedades es evidente. Durante el ejercicio, su frecuencia cardíaca aumenta para mantener un estado de equilibrio, conocido como homeostasis.
"Homeostasis" significa equilibrio o equilibrio. El funcionamiento de su cuerpo para mantener el equilibrio se refleja en la forma en que sus signos vitales varían con la actividad. La frecuencia cardíaca, la presión arterial y la respiración son más bajas durante los períodos de descanso y sueño. Durante el ejercicio, la presión arterial, el pulso y la respiración aumentan para satisfacer la mayor demanda de oxígeno y nutrientes por parte de su sistema musculoesquelético. El ajuste de los signos vitales para que coincida con el nivel de actividad física de su cuerpo es un ejemplo de homeostasis en acción.
El metabolismo es la velocidad a la que las células de su cuerpo consumen oxígeno y nutrición. El aumento de la demanda de oxígeno y nutrientes por las células musculares durante el ejercicio es un estado de mayor metabolismo. La homeostasis se mantiene cuando su corazón puede proporcionar la tasa de flujo sanguíneo necesaria para satisfacer la mayor demanda metabólica de oxígeno y nutrientes de su cuerpo.
El ejercicio aumenta la producción de desechos celulares como dióxido de carbono y láctico ácido. Su sistema cardiovascular mantiene la homeostasis entre el suministro de oxígeno y nutrientes y la eliminación de desechos celulares al aumentar su ritmo cardíaco. Su frecuencia cardíaca acelerada acelera el suministro de oxígeno y sangre rica en nutrientes a su sistema musculoesquelético, al tiempo que aumenta la velocidad a la que se extrae la sangre de los tejidos y se envía a los pulmones para recibir oxígeno.
La cantidad total de sangre en un cuerpo humano permanece igual durante el ejercicio. Para mantener la homeostasis, su cuerpo redistribuye el flujo sanguíneo. Durante el ejercicio, el flujo sanguíneo al sistema nervioso, el tracto gastrointestinal, los riñones, el cerebro y el bazo disminuye, mientras que el flujo sanguíneo al sistema musculoesquelético aumenta.
Los procesos metabólicos generan calor. El sistema cardiovascular ayuda a mantener la homeostasis con respecto a la temperatura corporal. Un aumento de la frecuencia cardíaca aumenta el suministro de sangre a la piel. El aumento del flujo sanguíneo a la piel y la sudoración provocan la disipación del calor, y la temperatura corporal permanece dentro de los límites normales.
El estado físico general determina la frecuencia cardíaca durante el ejercicio. Según Trenton J. Niemi, MS, el rango para una frecuencia cardíaca normal en reposo es de 60 a 80 latidos por minuto. La frecuencia cardíaca en reposo de un atleta puede ser tan baja como 28 a 40 latidos por minuto porque su corazón está más acondicionado y bombea sangre de manera más eficiente. Las personas que son sedentarias pueden tener un pulso de reposo más alto de 100 latidos por minuto, porque el ejercicio inadecuado hace que el corazón trabaje de manera menos eficiente.
La ausencia de actividad física adecuada puede conducir a problemas de salud que pueden paralizar y matar. Una dieta adecuada y la planificación del ejercicio con un profesional de la salud confiable pueden preservar la salud. No inicie un régimen de dieta o ejercicio sin consultar primero a su proveedor de atención médica.