Una alimentación saludable es uno de los inquilinos de una vida equilibrada. Una alimentación saludable significa obtener suficiente de cada nutriente importante; elegir una variedad de alimentos de cada grupo de alimentos; y evitando el exceso de grasa, azúcar, sal y alcohol. Su salud física, mental y social está relacionada con su dieta y entre sí. Mejorar un elemento puede tener un impacto positivo en los demás. Trabajar en su salud física, mental y social mientras mejora su dieta fortalece sus esfuerzos en todas las áreas, lo que lleva a una mejor sensación general de bienestar.
La alimentación saludable proporciona a su cuerpo células con los nutrientes que necesitan para realizar sus funciones correctamente. Sin alimentos nutricionales, los procesos metabólicos se ralentizan drásticamente y su salud física disminuye. Los alimentos saludables también ayudan a proteger el cuerpo contra enfermedades, como enfermedades cardíacas, diabetes tipo II y cáncer.
La falta de ciertas vitaminas y minerales, como la vitamina B12, calcio y hierro, se correlaciona con síntomas de depresión. Las nuevas madres pueden ser particularmente vulnerables a la depresión relacionada con la nutrición. Comer comidas nutritivas regularmente te da la energía que necesitas para vivir y completar las tareas diarias necesarias para una vida feliz y equilibrada. Sin suficiente energía, es posible que no pueda lograr lo que necesita hacer, lo que puede afectar negativamente su salud mental.
Comer alimentos saludables puede conducir a la pérdida de peso, un aumento de energía y una mejor salud mental. Verse y sentirse bien impacta positivamente en su autoestima. Una mayor autoestima puede hacer que tenga más confianza social, fortaleciendo su deseo de forjar nuevas amistades y conexiones románticas. Además, comer bien puede ser una actividad social. Sentarse a comer comidas caseras y saludables puede fortalecer los lazos familiares, proporcionando un ritual para conectarse entre sí. Más allá de eso, una mejor salud física puede hacerlo menos vulnerable a enfermedades debilitantes que pueden afectar sus oportunidades sociales.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, el hambre afecta negativamente el rendimiento académico de los niños. Saltarse el desayuno puede conducir a un mal funcionamiento en la escuela. Cuando carece de una nutrición adecuada, puede resultarle más difícil concentrarse en aprender nueva información. Puede sentirse inquieto o distraído o desarrollar un dolor de cabeza, todo lo cual puede afectar el rendimiento intelectual.